Sor Juana Inés de la Cruz
Escritora
mexicana, la mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII.
Su
espíritu inquieto y su afán de saber la llevaron a enfrentarse con los
convencionalismos de su tiempo, que no veía con buenos ojos que una mujer manifestara
curiosidad intelectual e independencia de pensamiento.
Tenía
punto de reunión de poetas e intelectuales, como Carlos de Sigüenza y Góngora,
pariente y admirador del poeta cordobés Luis de Góngora (cuya obra introdujo en
el virreinato), y también del nuevo virrey, Tomás Antonio de la Cerda, marqués
de la Laguna, y de su esposa, Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, con
quien le unió una profunda amistad. También llevó a cabo experimentos
científicos, reunió una nutrida biblioteca, compuso obras musicales y escribió
una extensa obra que abarcó diferentes géneros, desde la poesía y el teatro (en
los que se aprecia, la influencia de Luis de Góngora y Calderón de la Barca).
El
obispo, Manuel Fernández de la Cruz, había publicado en 1690 una obra de Sor
Juana Inés, la Carta athenagórica, en la que la religiosa hacía una dura
crítica al “sermón del Mandato” del jesuita portugués António Vieira sobre las “finezas
de Cristo”. Pero el obispo había añadido a la obra una “Carta de Sor Filotea de
la Cruz”, es decir, un texto escrito por él mismo bajo ese pseudónimo en el
que, aun reconociendo el talento de Sor Juana Inés, le recomendaba que se
dedicara a la vida monástica, más acorde con su condición de monja y mujer,
antes que a la reflexión teológica, ejercicio reservado a los hombres.
En
la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (es decir, al obispo de
Puebla), Sor Juana Inés de la Cruz da cuenta de su vida y reivindica el derecho
de las mujeres al aprendizaje, pues el conocimiento “no sólo les es lícito,
sino muy provechoso”. La Respuesta es además una bella muestra de su prosa
y contiene abundantes datos biográficos, a través de los cuales podemos
concretar muchos rasgos psicológicos de la ilustre religiosa. Pero, a pesar de
la contundencia de su réplica, la crítica del obispo de Puebla la afectó
profundamente; tanto que, poco después, Sor Juana Inés de la Cruz vendió su
biblioteca y todo cuanto poseía, destinó lo obtenido a beneficencia y se
consagró por completo a la vida religiosa.
Murió
mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia de cólera que
asoló México en el año 1695.Sus obras completas se publicaron en España en tres
volúmenes: Inundación castálida de la única poetisa, musa décima, Sor
Juana Inés de la Cruz (1689), Segundo volumen de las obras de Sor
Juana Inés de la Cruz (1692) y Fama y obras póstumas del Fénix de
México (1700), con una biografía del jesuita P. Calleja.
En
la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz creó numerosas y elocuentes
composiciones profanas (redondillas, endechas, liras y sonetos), entre las que
destacan las de tema amoroso, como los sonetos que comienzan con "Esta
tarde, mi bien, cuando te hablaba" y "Detente, sombra de mi bien
esquivo". En "Rosa divina que en gentil cultura" desarrolla el
mismo motivo de dos célebres sonetos de Góngora y de Calderón, no quedando
inferior a ninguno de ambos. Sor Juana empleó las redondillas para
discusión de carácter psicológico o didáctico en las que analizan la
naturaleza del amor y sus efectos sobre la belleza femenina, o bien defiende a
las mujeres de las acusaciones de los hombres, como en las célebres
"Hombres necios que acusáis". Los romances se aplican, con
flexibilidad discursiva y finura de notaciones, a temas sentimentales, morales
o religiosos (son hermosos por su emoción mística los que cantan el Amor divino
y Cristo en el Sacramento). Entre las liras es célebre la que expresa el dolor
de una mujer por la muerte de su marido ("A este peñasco duro"), de
gran elevación religiosa.
Primero
sueño, poema en silvas de casi mil versos escritos a la manera de las Soledades de
Góngora en el que, Sor Juana describe, de forma simbólica, el impulso del
conocimiento humano, que rebasa las barreras físicas y temporales para
convertirse en un ejercicio de puro y libre goce intelectual. El poema es
importante además por figurar entre el reducido grupo de composiciones que
escribió por su propia iniciativa. El trabajo poético de la monja se completa
con varios hermosos villancicos que en su época gozaron de mucha popularidad.
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